Imagen : Maestro Zen con kyosaku, pintura estilo chino, probablemente a finales de 1620s-1644, Japón. Pintura de Unkoku Tōeki. © Museo Metropolitano de Arte

Maestro zen con personal de meditación y paisajes al estilo chino, probablemente de finales de 1620 a 1644, Japón. Pintura de Unkoku Tōeki. © Museo Metropolitano de ArteEn el budismo ha habido mucha discusión sobre el tema de los enfoques repentinos y graduales en la práctica. De hecho, después del Sexto Patriarca, este se convirtió en un tema de debate muy controvertido entre las personas que practican el zen. Pero la cuestión de lo repentino y gradual no es cuestión de esto o aquello; de una forma u otra, nuestra práctica incluye aspectos repentinos y graduales. Si no nos apegamos a un solo lado, podemos apreciar los aspectos repentinos y graduales desde varias perspectivas diferentes.

Por lo general, el aspecto repentino de la práctica se entiende como el momento de la experiencia de la iluminación, kensho o satori, que siempre ocurre de repente. Esta experiencia de iluminación repentina es de importancia crucial, pero también debemos apreciar la práctica gradual que conduce a ese momento, y la práctica gradual de profundizar, refinar y aclarar nuestra visión después de la experiencia de iluminación.

Kensho significa ‘ver la naturaleza’, la naturaleza de Buda. Experimentar kensho es ver que esta vida, tal como es, es la vida misma del Buda. A pesar de que nuestra vida es la forma iluminada en sí misma, porque nuestra comprensión no es del todo correcta, de alguna manera no vemos que esto sea así. La escuela Rinzai enfatiza especialmente la importancia de tener esta apertura repentina.

[Este artículo fue producido por primera vez en el periódico The Ten Directions del Centro Zen de Los Ángeles en octubre de 1981 y se reproduce aquí con su amable permiso. ]

Fuente: Publicado en la edición de abril de 1989 de Buddhism Now Revista Buddhista on line.

Traducción Marina Shinji Tirado Misle

El Encuentro de lo uno y lo Multiple

 

EL ENCUENTRO DE LO UNO Y DE LO MÚLTIPLE

descarga.jpg
 del gran maestro Zen Sekito (Shitou Xiquian, 700-790)

 

Traducción del inglés por Francisco José Ramos. La traducción y el texto japonés del Sandokai transcrito al alfabeto latino, y que corresponde, más o menos a la traducción, están tomado del libro de Branching strems flow in the Darkness de Shunryu Suzuki, editado por M. Weitsman y M. Wenger, Berkeley, UCLA Press, 1999. También ha sido consultada la traducción hecha por Daido Roschi en el manual litúrgico del Zen Mountain Monastery de Nueva York. La transcripción del japonés corresponde en mayor o menor grado a los versos en español.

 
La mente del gran sabio de la India (Chikudo daisen no shin) es íntimamente transmitida de Oeste a Este (tozai mitzuni aifusu).
Entre los humanos hay sabios y tontos (Nikon ni ridon ari), pero en el sendero no hay ancestros del Norte o del Sur (do ni namboku no so naschi).
La fuente es sutil, clara y luminosa (Reigen myony koketari).
Las corrientes tributarias fluyen a través de la oscuridad (Shiha anni ruchususu).
Apegarse a lo que hay es ilusorio (Ji wo shusuru mo moto koro mayoi).
Dar con lo absoluto no es todavía despertar (Ri ni kano mo mata sotori ni ara zu).
Todos y cada uno de los fenómenos (Mommon issai no kyo), iInteractúan y a la vez son cada uno lo que son (ego to fuego to).
Un mismo entramado que nunca deja de ser diferente (Eshite sarani aiwataru), manteniendo cada cosa lo que de suyo le toca (shikara zare ba kurai ni yotte jusu).
La visión distingue la forma que aparece (Shiki moto shitsuzo wo kotonishu),
el sonido discierne lo agradable de lo desagradable (sho moto rakku wo kotonisu).
En la oscuridad todas las palabras son lo mismo (An wa jochuno oto ni kanai),
En la luz se distinguen lo bien y mal dicho (mei wa seidaku no ku wo wakatsu).
Así como una criatura vuelve al seno de la madre (Shidai no sho onozukara fukusu),
así los cuatro elementos regresan a su naturaleza (kono so no haha wo uru ga gotoshi).
El fuego es cálido, el viento mueve (Hi wa nesshi kaze wa doyo),
el agua es húmeda, la tierra dura (mizu wa uruoi chi wa kengo).
Los ojos ven, los oídos oyen (Manako wa iro, mimi wa onjo),
lo salado y amargo pasan por la lengua (hana wa ka, shita wa kanso).
De acuerdo con todos y cada uno de los fenómenos (Shikamo ichi-ichi no ho oite),
una misma raíz extiende sus ramas (ne ni yotte ha bumpusu).
Lo uno y lo otro retornan al gran silencio (Hommatsu subekaraku shu ni kisu beshi);
la discordia y la concordancia tienen cada una su palabra (sompi sono go wo mochiu).
En la luz se encuentra la oscuridad (Meichu ni atatte an ari),
pero no hay que ir tras la oscuridad (anso wo motte o koto nakare).
En la oscuridad se encuentra la luz (Anchu ni attate mei ari),
pero no hay que ir tras la luz (meiso wo motte miru koto nakare).
Luz y oscuridad son un mismo par (Meian ono-ono aitaishi te), como los dos pies cuando andan uno tras de otro (hisuru ni zengo no ayumi no gotoshi).
Cada fenómeno contiene lo suyo (Bammotsu onozukara ko ari), y está con todo relacionado en lugar y función (masani no to sho to wo iu beshi).
Todo lo que hay se ajusta como una caja y su cubierta (Ji sonsure ba kangai gasshi),
y lo uno se encuentra con lo múltiple a la manera de dos flechas en el aire (ri ozure ba sempo saso).
Escuchando las palabras debes de penetrar en su sentido (Koto wo uke te wa subekaraku shu su esu beshi),
sin imponer tu sentido a las cosas (Mizukara kiku wo rissuru koto nakare).
Si no ves el sendero (Sokumuku do wo ese zumba), simplemente no lo ves, aunque sobre él camines (ashi wo hakobu mo izukunzo michi wo shiran).
La práctica no es un asunto de andar lejos o de estar cerca (Ayumi wo susumure ba gonnon ni ara zu);
envuelto en las ilusiones, las montañas y los ríos son un estorbo para ti (mayote senga no ko wo hedatsu).
Respetuosamente digo a quienes aspiren al Despertar (Tsutsushin de sangen ni hito ni mosu), no desperdiciéis vuestro tiempo ni de noche ni de día (koin munashiku wataru koto nakare).

ZAZEN GI*

(LA FORMA APROPIADA DE ZAZEN)

Practicar zazen es sentarse en zazen. Para sentarse en zazen lo mejor es un lugar callado. Prepara una delgada esterilla o una manta adecuada para sentarse. Que no entre ni el viento ni el humo. Que ni la lluvia ni el rocío penetren. Aparta un área para sentarse. Hay huellas de aquellos que se sentaron en un sillón de diamantes o en un lecho de roca. Pero todos se sentaron de la manera más simple. El lugar de sentarse debe ser despejado; ni demasiado claro ni demasiado oscuro, sea de día o sea de noche. Lo justo es estar cálido en invierno y fresco en verano. Deja a un lado todos los envolvimientos, y las innumerables preocupaciones. No te aferres a la idea del bien o del mal. La práctica rebasa la conciencia y no es un asunto de introspección. No trates de convertirte en un Buddha. No pienses en recostarte ni en sentarte. Come y bebe con moderación. Coloca toda la atención en cada momento de tiempo, como quien saca su cabeza del fuego. El Quinto Patriarca en la montaña de Obai-zan no tenía otras prácticas: sólo practicaba zazen. Cuando te sientes en zazen, vístete con el hábito [kasaya] y utiliza un cojín redondo [safu]. El cojín no es para apoyar las piernas entrecruzadas; sólo sostiene el dorso de la espalda. Así, la parte de debajo de las piernas dobladas ha de estar sobre la esterilla o manta, y la base del dorso sobre el cojín. Éste es la forma utilizada por los budas y los ancestros cuando se sientan en zazen. Te puedes sentar en la postura de medio loto o de loto completo. Para sentarse en la postura de loto completo, coloca el pie derecho sobre el muslo izquierdo y coloca el pie izquierdo sobre el muslo derecho. Los dedos de los pies han de estar en posición simétrica con los muslos, y no fuera de proporción. Para sentarte en la postura de medio loto, simplemente coloca el pie izquierdo sobre el muslo derecho. Permite que la túnica y el manto se desplieguen con soltura y nitidez. Coloca la mano derecha sobre la pierna izquierda; luego coloca la mano izquierda sobre la mano derecha, con la punta de los dos dedos pulgares descansando entre sí. Manteniendo así las manos, acércalas al cuerpo. Deja que la dedos pulgares se encuentren justamente a la altura del ombligo. Siéntate con rectitud, permitiendo que el cuerpo esté firme y derecho. No te inclines hacia la derecha o hacia la izquierda; tampoco te inclines hacia el frente o hacia atrás. Es importante que las orejas estén en línea horizontal con los hombros y la nariz en dirección vertical con respecto el ombligo. Deja que la lengua repose sobre el paladar alto. Permite que la respiración circule sin esfuerzo por la nariz. Junta los labios y los dientes hasta que se encuentren. Mantén los ojos abiertos, aunque ni demasiado abiertos ni medio cerrados. Habiendo logrado de esta manera la postura del cuerpo y la compostura de la mente, que haya entonces una completa exhalación. Que el cuerpo y la mente sean uno. Sentado incólume en pleno recogimiento (samadhi), de lo que se trata es de pensar (shiryō) en no pensar (fushiryō). ¿Cómo puede este no pensar ser pensado? No pensando (hishiryō). He ahí la práctica de zazen. Sentarse en zazen no significa aprender a concentrarse. Zazen es el gran regocijo y la enorme paz de las puertas del Dharma; es la práctica intachable y la experiencia del Despertar.

*Texto de Dōgen Zenji, tomado de su Shōbōgenzō Zazengi, dirigida a la asamblea de monjes en el templo de Kippo, en el invierno del primer año de Kangen (1243). © Traducido del inglés por Francisco José Ramos, basada en las siguientes ediciones: Shōbōgenzō [58] de G. Nishijima y Chodo Cross, Tokio 1997. Windbell Publications, Londres; y Treasury of the True Dharma Eye de Kazuaki Tanahashi, Boston & Londres, Shambala 2012. También se ha consultado el libro de Carl Bielefeldt: Dogen’s Manuals of Zen Meditation, Berkeley, University of California Press, 1988. 

Compartir